Entrevista realizada a la Lic. Esther Santana y Lic. Gabriela Olagnero* por Nadia Provens**
Parece
incuestionable que los alimentos son para lograr la salud o el bienestar; pero,
¿sabemos utilizarlos?
Lic. Santana: La población en
general no sabe utilizarlos, se hicieron muchas investigaciones a distinto
nivel, consumidor o paciente y se continúa demostrando que de los alimentos con
sus nutrientes tienen igual desconocimiento, muy pocos son muy conocidos y se
debe a que la persona tiene una patología y se lo han enseñado o la industria
de alimentos ha realizado varias publicidades al respecto y de allí lo
aprendieron, como sucede con el hierro. No me puedo aventurar para afirmar que la nueva generación de consumidores (hoy
niños) sabrán utilizarlos.
Lic. Olagnero:
Los
alimentos “funcionales” son un grupo muy heterogéneo y nuevo de alimentos, por
lo cual resulta difícil tanto para el consumidor como para el profesional de la
salud poder interpretar toda la información que los rodea y utilizarlos
adecuadamente. El consumidor recibe la información esencialmente por la
publicidad de las empresas productoras y puede haber escepticismo hasta que
deciden probarlos y obtienen un efecto o hasta la recomendación de un
profesional. En este último caso, la información para la aplicación clínica
llega por diferentes vías y cada profesional seleccionará aquellos alimentos
más cercanos a su especialidad para investigar y recomendar.
¿Que opinión les
merecen las campañas de formación e información sobre la necesidad de una dieta
equilibrada y hábitos de vida saludables para prevenir enfermedades futuras en
la población?
Lic. Santana: Las campañas con este tipo de educación son muy necesarias
pero a menudo no son continuas y no se repiten en forma universal por todos los
medios de comunicación, son puntuales en colegios y algunas veces no se
comunican al hogar. En general no se tienen estadísticas de sus resultados. En
EE.UU. siempre hacen campañas, son expertos en campañas pero sus índices de
obesidad no bajan como se quiere, actualmente existe Let’s Move! con un aporte muy abundante de
presupuesto y compromiso por todos lados, veremos sus resultados, con datos estadísticos.
También lo encontramos en Chile, España, Inglaterra, todos con un fuerte
compromiso de responsabilidad social, desde el gobierno la mayoría de ellos.
Existe una gran preocupación por los niños. En Argentina existen campañas en
las escuelas, desde el ministerio de salud y hasta en los packaging de los
alimentos. No sé si tienen algún soporte de calidad para medir estos esfuerzos,
porque no he visto resultados publicados. Las empresas de alimentos como una
extensión de su responsabilidad social empresaria han comenzado a realizar educación
en nutrición en distintos estratos.
Lic. Olagnero:
Las campañas educativas son muy importantes, en Argentina
existen numerosas iniciativas coordinadas desde Ministerio de Salud como de
Desarrollo Social tanto a nivel nacional como provincial y extendidas al sector
privado a través de diferentes acuerdos y convenios, sumadas a la educación
sobre alimentación y salud obligatoria en la currícula primaria y secundaria
desde Ministerio de Educación. En mi opinión generan conocimientos en niños y
adultos pero el impacto en la vida cotidiana es muy relativo. Creo que deben
sumarse otras medidas que de alguna manera “fuercen” los buenos hábitos, como
sucede con el tabaco o con la reducción de sodio. Son medidas que requieren una
planificación detallada y consensuada, demoran mucho tiempo en su
implementación, son de lenta evolución pero son necesarias para lograr un
impacto en salud.
¿Cuáles creen fueron los factores que favorecieron el
surgimiento de los Alimentos Funcionales? ¿Por qué los Alimentos Funcionales o
compuestos beneficiosos no fueron tomados con mayor seriedad hasta que la
industria los reconoció?
Lic. Santana: Los productos con ingredientes bioactivos estaban naciendo
ya en la industria farmacéutica, en los laboratorios donde me desempeñé como gerente
de producto teníamos la tarea de lanzar al mercado fórmulas infantiles lo más
parecido a la leche materna, se hacían investigaciones en EE.UU.:, Canadá y
Holanda para lograr detectar esos nutrientes bioactivos para agregarlos a las
fórmulas y así aparecen: la taurina, la carnitina, los nucleótidos, los ácidos
grasos de cadena larga (Lc-PUFA) y más destacado los docosahexanoico y
araquidónico y en los últimos años los prebióticos y probióticos vienen a
iniciar estos alimentos que hoy llevan nombre como “alimentos funcionales”. Obviamente hay otros en estudio, mirando
más que nada la respuesta metabólica del niño alimentado con leche
materna. En adultos se hablaba de
glutamina, L-arginina y luego aparecen todos en grupos, como son el licopeno,
los flavonoides, las antocianinas, los fructooligosacáridos, fitoesteroles,
isoflavonas, la fibra soluble y no solubles (inulina, beta glucano, etc.), CLA
(ácido linoleico conjugado), el azúcar alcohol (xilitol, sorbitol,
polialcoholes,etc), alimentos con equinacea, resveratrol, sulfurados,
catequinas, ácidos omega 3, entre otros. Hasta los alimentos ancestrales como
son la quínoa, el amaranto, el nepal, ginkgo biloba, chía entre otros. No creo
que no se les haya prestado atención, creo que tenían una curva de crecimiento
habitual, se estudian los alimentos naturales, se detectan los ingredientes
bioactivos que benefician la salud y se extraen y diseñan otros nuevos
alimentos con esos ingredientes, todos estos pasos llevan un tiempo en la
industria de alimentos o farmacéutica y encima tienen un nombre cuando se los
agrupa, como son: “alimentos funcionales”, otra cuestión para tratar es si ese
nombre es apropiado para el común de la gente. La industria farmacéutica fue
siempre cuidadosa con el lanzamiento de productos, llevando una cantidad
relevante de impresos clínicos que avalaban esos lanzamientos, así lo está
haciendo consumo ahora. Se tenía una duda si las licenciadas en nutrición
confiaban en las marcas y la información que les brindaban las empresas de
consumo masivo y se realizó una encuesta (Langer, V., Fellner O’Toole, H. y
Onzari, M. en Actualizaciones en Nutrición. Vol 12-N°4-Diciembre 2011) donde el
85.1% de profesionales refirió confiabilidad en las marcas, en cuando a la
necesidad de mayor información que debería acompañarse con trabajos científicos
fue muy alta (más de un 80%) y el canal preferido fue Internet (70%), visitador
(23%) y en reuniones científicas (38%).
Lic. Olagnero:
Los factores que favorecieron el surgimiento de los AF fueron
varios pero esencialmente podría resumirse en 3: aumento de la expectativa de
vida, aumento de ECNT y elevados costos en salud pública por esta población
“medicalizada”. La hipótesis planteada frente a esta situación fue simple: una
población que lleva una vida más sana llega más sana a la 3° edad, la base de
la salud son los hábitos alimentarios y de actividad física por lo tanto deben
priorizarse estas dos herramientas. La realidad es que fue el gobierno japonés
quien comenzó a estimular el desarrollo de componentes bioactivos basado en el
conocimiento ancestral que poseen, desde ese momento se interesaron las
principales empresas productoras y numerosos investigadores para generar
componentes que pudieran ser incorporados a alimentos tradicionales, tarea
sumamente difícil.
¿Son una consecuencia de
los avances científicos en el campo de la alimentación?
Lic. Santana: Personalmente creo que es una consecuencia del estudio de los alimentos,
del mejor equipamiento para detectar los nutrientes y no nutrientes
(tecnología), el esmero por mejorar la calidad de vida y la cantidad de años de
las expectativas de vida con menos enfermedades y al ser humano más activo con
una necesidad latente en las personas posibles consumidoras.
Lic. Olagnero:
Podría decirse que si, teniendo en
cuenta que cada componente debe tener un cuerpo de evidencia científica
suficiente que respalde su uso y beneficio agregado a tecnologías de avanzada
que permitan su incorporación a la matriz alimentaria sin alteración de
características organolépticas.
¿Consideran
que alimento funcional y alimento saludable son sinónimos? ¿Qué aportan los
alimentos funcionales a la salud?
Lic. Santana: Las personas en
encuestas lo definieron como alimento saludable o sano, nosotros los
profesionales lo definimos como alimentos funcionales, si son sinónimos una parte no está enterada. La segunda parte
de la pregunta sería muy extensa para desarrollar pero sintéticamente doy unos
ejemplos. Hay una cantidad importante de estudios científicos que demuestran el
beneficio de un ingrediente bioactivo, por ejemplo los polialcoholes se asocian con prevención
en caries dentales, el omega 3, presente en pescados, disminuye el riesgo
cardiovascular, el licopeno, que se encuentra en tomate, como prevención para
enfermedades cardiovasculares y prevención de cáncer de próstata, los
fructooligosacáridos saludable para la
microflora intestinal entre otras.
En un
trabajo que presentamos con las colegas Lic. Millone y Lic Olagnero en la
revista Diaeta (de ADDYND) nos sorprendió los resultados, las colegas tienen
como “top mind” a los alimentos funcionales por su nombre comercial y no por su
ingrediente funcional y lo asocian o relacionan a una patología, a pesar de las
definiciones, autorizaciones y disposiciones, lo llegaban a asociar como un
“medical food”.
Lic.
Olagnero:
Los
alimentos funcionales son alimentos saludables, pero este último grupo tiene
una extensión mucho mayor, por ende no son sinónimos. El alimento que es
considerado funcional debe demostrar un beneficio para la salud, es decir tener
investigación que sustente el por qué decimos que es funcional y debe tener un
diseño nutricional adecuado al perfil epidemiológico de la población objetivo.
Alimento saludable, en mi opinión, es todo aquel que aporta nutrientes clave
siempre en referencia a la población de destino, no solo componentes
bioactivos. Con respecto a la salud, la definición de funcionales incluye mayor
bienestar y reducción de riesgo de enfermedades, como es absolutamente amplio
es necesario evaluar cada componente en particular y agruparlos por beneficios
para evaluar el impacto sobre bienestar y riesgo con variables específicas. No
es lo mismo investigar fitoesteroles que probióticos ni desde el enfoque de
investigación ni del beneficio ni de su aplicación alimentaria: cada uno merece
y necesita un marco especial.
¿Cuál creen que es la razón de que no exista hoy una definición aceptada por la mayoría, a que se debería tal controversia, por que los alimentos modificados se posicionan por sobre los naturales?
Lic. Santana: Yo creo que las definiciones se están acercando cada vez más a una sola.
En un comienzo las definiciones eran por demás variadas, hasta cómo llamar este
tipo de alimentos que estaban surgiendo. Según ILSI-Europa son diseñados o
modificados y en Estados Unidos se consideran a los convencionales es decir a
los no modificados. En la nueva categoría de Alimentos Funcionales ADA lo
divide en: convencionales, modificados, medicinales y para usos dietéticos
especiales. Los alimentos modificados tienen una alta exposición por la
publicidad pero los naturales son también valorados por la población, los
profesionales y los organismos. Los tecnólogos aman su creación y lo demuestran
por eso parecen como más relevantes estos alimentos, esta es mi opinión.
Lic. Olagnero:
Existen varias definiciones, con
mayor o menor profundidad en los conceptos pero no creo que sean
controversiales. En mi opinión, la más completa es la surgida del proyecto
FUFOSE liderado por ILSI Europa. Con respecto a los alimentos naturales o
diseñados, creo que hay mayor conocimiento en el consumidor por la publicidad.
Entre los profesionales que están interesados en estos alimentos es claro que
existen funcionales naturales y diseñados.
¿Cuáles son los criterios que se emplean hoy para saber si un alimento es o no funcional?
Lic. Santana: Esta pregunta se la dejo a mi colega que conoce mucho mejor el tema
porque utiliza a diario estos criterios.
Lic. Olagnero:
El criterio básico está definido
por un beneficio sobre la salud más allá de lo nutricional, que puede
relacionarse con mayor bienestar y/o reducción de riesgo de una enfermedad. Es
decir que el consumo de ese alimento en cantidades adecuadas (según guías
alimentarias de cada país) debe generar ese beneficio, por lo tanto contiene él
o los componentes activos en concentración suficiente en esas cantidades. Como
dije antes, según el componente considerado será el beneficio, la concentración
necesaria para dicho beneficio, las variables a investigar para comprobarlo,
etc.
¿Cuál es el papel que juega en este contexto el marketing nutricional?
Lic. Santana: El marketing nutricional surge como una necesidad de transmitir esos
valores nutricionales al consumidor. En la cátedra donde doy la materia
Marketing de Alimentos convoqué a alumnos a un concurso para definir Marketing
Nutricional, porque en las búsquedas en Internet no había ninguna completa y si
la había no tenía nada relacionado con nutrición y quedó definido así:
“Conjunto
de actividades que realiza la industria de alimentos en las cuales se involucra la investigación
de mercados, la investigación científica del alimento y aplicación de
tecnologías para mejorar las características saludables y funcionales de sus
productos destinados a satisfacer una necesidad actual o anticipada de una
determinada población que requiere un beneficio nutricional adicional ya sea
para preservar, promover la salud o retardar la aparición de enfermedades;
actividades desarrolladas de tal manera que le permitan a la empresa lograr una
ventaja competitiva, maximizar la calidad, posicionamiento y rentabilidad.”
Esta definición para orgullo de los
alumnos que participaron es uno de los temas más buscados por profesionales del
mundo, en el blog Nutrimarketing donde fue publicada.
Lic. Olagnero:
El marketing nutricional es clave
para la comunicación de cada producto y su beneficio de manera rigurosa y
ajustada al marco regulatorio vigente.
¿A qué alegan que todavía no sean de uso cotidiano así como que tampoco exista recomendaciones claras sobre los alimentos funcionales? ¿En que etapa del etiquetado nos encontramos dentro de la categoría?
Lic. Santana: Creo que son de uso cotidiano, pero tiene segmentos de consumo,
nosotros no tenemos los datos de mercado, pero cada empresa sabe exactamente
cómo se comporta cada producto en el mercado. Lo que sí sabemos que esta categoría está en franco crecimiento a nivel
mundial. En Japón en este momento ya están estudiando y diseñando los alimentos
funcionales genómicos. Es un área que no se frenará. En cuanto a las recomendaciones no cambiará hasta que
en las currículas de las carreras de nutrición no realicen un esfuerzo para
aceptarlos, valorarlos e incluirlos en sus tablas de composición química (los
ingredientes bioactivos). No se puede ir tan atrás de la industria de alimentos,
nos debemos acercar o mejor colocar al lado. En cuanto al etiquetado seguirá el
de un alimento según la obligatoriedad de rotulado nutricional desde agosto de
2006 que con una serie de resoluciones y disposiciones desde el ANMAT han
logrado enfocar el tema de los alimentos. No es igual que en EE.UU. ni como Europa pero ya no es
como la década pasada. En el Capítulo V del CAA (Código Alimentario Argentino)
se pueden encontrar las normas para la rotulación y la publicidad de los
alimentos envasados, allí se han incorporado la Resolución del Grupo Mercado
Común 26/03 y la resolución 46/03 sobre rotulación nutricional así como la
resolución 47/03 sobre “Rotulación Técnico Mercosur de Porciones de Alimentos
Envasados a los fines del Rotulado Nutricional” y capítulo aparte es la
publicidad. En el rótulo con información nutricional, la mayoría de los ingredientes bioactivos
quedan como no obligatorios (con excepción de la fibra, algunos carbohidratos y
los ácidos grasos en el grupo de grasas), el detalle de los ingredientes
permitirá saber si el producto tiene ingredientes bioactivos no declarados en
el rótulo o con claims o alegaciones nutricionales.
Invito a la Lic. Olagnero a
comentarles sobre la última resolución del ANMAT con respecto a los mensajes o
claims o frases que se pueden utilizar en los packagings y en publicidad de un
producto funcional.
Lic. Olagnero: los alimentos funcionales son de uso cotidiano y cada vez más masivo.
Si consideramos a todos los productos que se comercializan con una alegación de
salud, en nuestro país es una de las categorías que más ha crecido en los
últimos años a pesar de que la oferta está centrada en productos con
fitoesteroles, probióticos y prebióticos esencialmente. Sobre la recomendación
entendida como consenso de expertos (no como indicación particular a
pacientes), no existen a nivel “tipo de alimentos” pero si para componentes
según el beneficio. Un ejemplo claro es la recomendación del ATP III (2001) de
American Heart Association, donde claramente se indica la inclusión de 2 g/día
de esteroles en población hipercolesterolémica o World Gastroenterology
Organisation en su decálogo de alimentación saludable y bienestar digestivo,
donde uno de los mensajes es incorporar productos con bifidobacterias con
efecto comprobado sobre la salud digestiva. Una mención especial: las
recomendaciones llegan cuando la evidencia científica y la experiencia de uso
es abundante, por lo que en alimentos funcionales irán surgiendo poco a poco a
medida que cada componente logre estas dos condiciones.
Con respecto al etiquetado, deben cumplir con las exigencias del CAA
capítulo V o XVII según sean considerados alimentos comunes o dietéticos. La
declaración del componente activo en rótulo depende de qué se agregue en su
diseño, no es lo mismo omega 3 (que va dentro del rótulo nutricional en el
discriminado de grasas) que prebióticos (la cantidad se declara en rótulo
nutricional como fibra y el uso del término “prebiótico” requiere de una
aprobación especial para ser declarado como tal) o probióticos (este término
también necesita de una aprobación especial y la discriminación de cepas se
realiza en ingredientes). Codex Alimentarius considera que pueden ser incluidos
en las categorías ya reglamentadas para rotulado.
Una consideración diferente requiere el agregado de alegaciones o
declaraciones de propiedades saludables (o health claims) tanto al rótulo como
a la comunicación en general: desde diciembre de 2011 entró en vigencia la
disposición ANMAT 7730 sobre comunicación de propiedades saludables y exige que
dichos claims sean presentados previamente junto a la evidencia de soporte para
ser evaluados por una comisión experta que dará o no la aprobación para la
comunicación.
¿Hacia
dónde se dirige la investigación sobre este tema? ¿Estamos en el camino de
prevenir enfermedades crónicas como obesidad, diabetes o cardiovasculares que
están relacionadas con los hábitos alimentarios? ¿Cómo se relaciona con estos
alimentos?
Lic. Santana: La investigación
se dirige hacia productos para ayudar a personas con HIV, enfermedad de
Alzheimer, obesidad y hasta se están investigando alimentos con vacunas
(aplicando biotecnología). Pero merece una aclaración y tiene que ver con la
publicidad. Según nuestro CAA se establece que en los rótulos o anuncios, por
cualquier medio queda prohibido efectuar indicaciones que se refiera a
propiedades medicinales, terapéuticas o aconsejar su consumo por razones de
estímulo, bienestar o salud. Además no deben incluir frases y/o mensajes que
atribuyan al producto acciones o que sugieran que el alimento disminuye, calma,
cura, alivia, previene o protege de una deteminada enfermedad. Las únicas
frases que se admiten son: ayuda y/o contribuye a prevenir y/o proteger. No
admiten invocar las funciones de los alimentos que no fueran específicamente
relacionadas con la función de nutrir. Sólo se puede incluir la información
nutricional complementaria (claims) relacionada con el contenido de nutrientes
y/o valor energético y/o proceso de elaboración siempre que haya sido
autorizada de acuerdo al CAA pero no se puede hacer ninguna referencia o
mención a condiciones anormales o patológicas.
Lic. Olagnero: La investigación
está enfocada en la mejora de trastornos tanto fisiológicos como patológicos
relacionados con la alimentación y la nutrición, así como en alimentos capaces de colaborar en la
reducción de riesgo de enfermedades crónicas como las enumeradas. No se utiliza
la palabra “prevención” si hablamos estrictamente porque, en la mayoría de los
casos, la prevención no incluye solo la alimentación sino también otros
factores de riesgo como hábitos y condiciones ambientales por ejemplo, solo se
habla de reducción de riesgo.
¿Qué retos “éticos” consideran plantean los alimentos funcionales a la industria alimentaria?
Lic. Santana: Lo más complejo
del tema es desde dos aspectos, uno desde el consumidor, estos productos
tendrían que estar al alcance de todos pero si analizamos la variable precio no
es tan accesible, porque una familia del
sector C3 y D (clase media baja y pobre) no lo podrían consumir de forma
habitual, sólo ocasional, obvio el del sector E (clase marginal) ni lo buscaría. El otro factor
que se ha planteado en investigaciones de mercado es que las empresas de
alimentos de tamaño grande son las que podrían acceder a la investigación, la
tecnología, la publicidad masiva y la producción a menor costo y con más
ganancias comparadas con empresas medianas o pequeñas. Desde el área de investigación
clínica las empresas de consumo masivo no pueden realizar todas las fases de
investigación como lo hacen las empresas farmacéuticas porque no es ético
realizarles “invasiones” como biopsias, por ejemplo a personas posibles de
tener una carencia o patología. La industria de alimentos se ha cuidado mucho
en decir que no es para “enfermos” sino para “disminuir el riesgo de…”, además
de cumplir con los requisitos legales.
Lic. Olagnero: existen varios
desafíos, uno de ellos es la comunicación ética y rigurosa según la evidencia
disponible, digo “ética” porque no se debe engañar al consumidor prometiendo
beneficios que no existen y “rigurosa” porque debe respetarse lo más posible el
lenguaje técnico a pesar de ser obligatoria la traducción al lenguaje coloquial
del consumidor. Otro desafío es la investigación en salud, ya que los alimentos
son primariamente para población sana, salvo que sean diseñados
específicamente. Otro factor de importancia es el balance entre accesibilidad para
el consumidor y el valor agregado que un alimento funcional posee desde el
punto de vista de salud pública.
¿En que
etapa les parece que se encuentra hoy la relación desarrollo del conocimiento
industrial y llegada a los profesionales… y a los consumidores?
Lic. Santana: Un poco mejor con
los profesionales, en un comienzo esta relación fue pésima, son los resultados
que se han obtenido de distintas investigaciones, el producto funcional iba por
un lado y el profesional aprendía del paciente, queda claro? El paciente
durante la consulta preguntaba por tal o cual producto que veía en televisión y
del profesional que se pasa horas y horas entre el hospital, la docencia y su
consultorio privado no tiene tiempo para ver televisión y desconocía de qué le
hablaban. Al tiempo empresas como Danone o Yakult comenzaron a realizar
entrevistas con fuerza de ventas especiales a profesionales que podrían estar
relacionado con los productos funcionales y sus pacientes, a partir de allí
esto fue mejorando, Ahora con avisos en revistas específicas de profesionales,
páginas o sitios muy accesibles e interactivas, con cursos de grado y posgrado,
el tema está mejorando. En los consumidores, mucho no se ha hecho en Argentina
en cuanto a encuestas, sí hay algunos resultados en EE.UU. donde sorprende como
van las personas por un lado y las empresas y profesionales por otro. Las
personas sentían que la definición más amigable eran alimentos saludables,
otros decían que no les interesaba que se agregue un ingrediente a un producto
que ya de por sí es bueno, lo que deseaban era que los productos considerados
“malos” aquellos que no aportaban nutrición pero hedónicamente era seleccionado que podrían llevar un
ingrediente para mejorarlo y de esa manera no sería tan malo. A los especialistas
estas respuestas nos han dejado perplejos, nos obliga a realizar encuestas a
nivel local para ver si la cultura se repite o existe sólo en ese nicho.
Para
responder a toda la pregunta la industria de alimentos se está fusionando con
la industria farmacéutica, ya hay farmacoalimentos, hay una generación de
personas trabajando en nuevas líneas de investigación, lo que se resume es que
los alimentos funcionales no son una moda han venido para quedarse. La
facturación a nivel mundial es vastísima. En el futuro todos los alimentos
serán funcionales, sobre todo si se piensa en el surgimiento de una era
postgenómica, donde ya desde los genes se podrán leer las posibles patologías o
fallas en las enzimas y con ingredientes bioactivos a través de portafolios de
alimentos funcionales llegarían a cada individuo.
Lic. Olagnero: entre los
profesionales y los consumidores hay mayor interés en los desarrollos y están
entendiendo la importancia de la alimentación en el desarrollo de las ECNT.
Como todo proceso de adopción de productos necesita tiempo para profundizarse
en todo ámbito.
¿Cómo consideran se puede mejorar en la interrelación entre investigación, industria alimentaria, administración y consumidor final; es decir, entre los agentes que intervienen en la gestación, aprobación y distribución de un nuevo alimento o componente?
Lic. Santana: Las palabras que
engloban todos estos integrantes es con educación y retroalimentación de
conceptos. Educación al consumidor y a los profesionales y poder saber qué
sienten y piensan cada uno de ellos, no ir sólo como industria generadora de
productos porque se puede llegar al fracaso de muchos productos útiles por la
falta de mensajes comunes en este torbellino propio de esta era de la
comunicación.
Lic. Olagnero: creo que con la
nueva disposición sobre comunicación se ha dado un salto cualitativo en la
relación intersectorial y en la
coordinación de tareas. Ya que el trabajo serio de las empresas será reconocido
a nivel de expertos y regulatorio permitiendo su comunicación al consumidor. Si
bien aún no están aceitados los procedimientos (es una forma nueva de trabajo)
poco a poco se va a progresar. Por otra parte, los foros de intercambio de
opinión y educación son necesarios para escuchar a todos los actores y buscar
consensos en beneficio de todos.
*Mg. Lic. Esther
Santana. Egresada de la
Universidad de Buenos Aires como Licenciada en Nutrición y de la Universidad de Palermo como Magíster en
Comercializaión Estratégica. Especialista en Marketing de Alimentos y
Nutrición. Fue Gerente de Producto en John Wyeth y en Mead Johnson
Nutricionales donde tuvo a cargo la línea Nutricional Pediátrica y Suplementos
vitamínicos y minerales. Fue docente en: UBA, UCES, Instituto Universitario
Barceló (IUCS) y Maimónides. Actualmente es docente virtual en IUCS y colabora en UFASTA con talleres de grado y
posgrado. Autora de libro Marketing de Alimentos de Ed. Akadia y Coordinadora
del Vademécum Nutricional-Alimentos Funcionales de Ed. Akadia.
Prof. Lic. Gabriela Olagnero. Egresada de la Universidad de Buenos Aires como Licenciada en Nutrición y de la Universidad del Salvador como Profesora en Nutrición. Actualmente es Scientific Coordination Manager para Danone Baby Nutrition. Fue Asesora Nutricional Senior para La Serenísima (Mastellone Hnos SA y Danone Argentina SA). Es docente en: Universidad Maimónides, UCES e Instituto Universitario Barceló (IUCS). Fue docente en UBA. Autora y coautora de varias publicaciones científicas sobre alimentos funcionales.
Novedad:
En 2013 se proyecta una Diplomatura a distancia de "Nutrimarketing responsable en niños" desde AADYND (Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas) ya informaremos los ejes temáticos.
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